Morales del Vino es una población española de la provincia de Zamora en la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Se encuentra a unos 7 Km. al sur de la ciudad de Zamora, en la comarca natural de la Tierra del Vino. Su población actualmente, supera los 3200 habitantes, pero a inicios de los 90 era de tan sólo 1200, por lo que se puede decir que el pueblo ha sufrido un espectacular desarrollo urbanístico y un importante crecimiento en población, como consecuencia de la creación de zonas residenciales próximas a la ciudad de Zamora. Debido a esto se trata actualmente de la cuarta localidad de la provincia de Zamora con un mayor número de habitantes. También son destacables algunos de los índices socioeconómicos, que sitúan a Morales del Vino como la localidad de mayor poder adquisitivo en la provincia y con la media de población más joven.

Conocido tradicionalmente como Morales de Zamora, sabemos de su existencia desde el año 1.106, fecha de una donación sobre casas, viñas y palomares aquí radicados. Otros documentos con el mismo contenido se registran en 1.208 y también un testamento de 1.236 que dona viñas al cabildo catedralicio. A finales de ese siglo aparece citado en el Fuero de Zamora y  en 1.307 en una escritura de venta otorgada por María Miguélez, donde se consideraba como aldea de Zamora.

Su evolución demográfica se asienta sobre los datos siguientes:

  • 245 vecinos a finales del siglo XVI
  • 300 dos siglos después
  • 415 en el último cuarto del siglo pasado.

Actualmente cuenta con casi de 3000 vecinos.

En Morales destaca la Iglesia Parroquial, dedicada a “La Virgen de la Asunción”. El edificio fue acabado en 1522, con lo que aparecen elementos arquitectónicos del gótico tardío, como la estructura de nervios que corona el altar mayor o el Pórtico Sur.

Otro punto importante a destacar en la iglesia es su portada norte, raro ejemplo de Plateresco en la provincia de Zamora, y de importante valor artístico. En el interior, el retablo principal es de arte renacentista o manierista. El barroco encuentra un buen ejemplo de formas y relieves en la Capilla del Obispo de Luelmo,  que es de siglos posteriores, y  también en el espectacular órgano, recientemente restaurado y que merece la pena escuchar.

Además de la Iglesia Parroquial Nuestra señora de la Asunción y la Ermita del Santísimo Cristo de Morales, existieron otros eremitorios, el de Nuestra Señora y San Sebastián, en el centro del pueblo, y el de El Salvador, este último se hallaba en el camino del Perdigón y actualmente todavía se conoce por allí un pago con el mismo nombre. También tuvo el pueblo una alhondiguilla, visitada en 1.682, y un hospital a cargo de la Cofradía de San Tirso, cuya casa se declaró ruinosa en 1.839.

También en Morales del vino se pueden encontrar numerosas casas con escudos y blasones, entre los que destaca el Palacio del Obispo Luelmo y Pinto, construido cuando éste ocupaba la sede de Calahorra. El edificio es del último cuarto del siglo XVIII, del que destacan las armas episcopales entre adornos rococó. También podemos destacar la arquitectura popular en barro, adobe y en piedra  "mollar", la típica arenisca amarillenta o naranja que conforma las casas de la Tierra del Vino.

Aunque no se cataloguen como monumentos, es destacable la presencia de bodegas de gran profundidad, frescas y bonitas, para la elaboración del vino que da el apellido al pueblo.

La fiesta más importante del municipio es el  9 de mayo, cuando se celebra “La Romería del Santísimo Cristo de Morales”, entorno a la Ermita que lleva el mismo nombre: “Ermita del Santísimo Cristo de Morales”, que es el símbolo más importante del municipio.

Se halla situada a medio camino, entre Zamora y Morales. Tal vez dicha ermita exista desde la época medieval, a juzgar por la escultura del Cristo, pero las noticias de obras que poseemos son mucho más modernas, ya que según Fernández Duro, se reedificó entre 1621 a 1665.

La fábrica actual data de bastantes años después, el dintel sobre la puerta de acceso dice que: "Esta obra se hizo siendo abad Manuel Pinto y sus mayordomos Francisco Prada y Manuel Masures. Año 1717". Años después, la documentación se hace eco de numerosas obras, de 1718 a 1727 los descargos son claros en este sentido, abonándose diversas cantidades a los canteros Alonso, Felipe y Luis de Almaraz, Juan Alonso, Juan Antonio de Villar y Andrés López, además, también se abonan partidas por obras de bóvedas y arcos.

La fábrica presenta una amplia nave cubierta con bóveda de medio cañón con lunetos, decorada con geométricas labores barrocas, y una capilla mayor que voltea una cúpula sobre pechinas de ladrillo. Entre la capilla y la nave se levanta una gran reja, de 1834, cerrada en medio punto, que se acopla al arco toral, levantado por Almaraz en 1747. Del exterior, de sillería y mampostería, sólo tiene interés su portada, precedida por un pórtico de 1728, y orientada a naciente. Esta portada es de sillería arenisca rematada con una espadaña de dos cuerpos, y ornada lateralmente con adornos apiramidados.  Al lado meridional de la iglesia se levantó la casa del ermitaño y la hospedería, que estuvo  en obras entre 1749 y 1772 a cargo de Domingo Lorenzo y Francisco Flores respectivamente.